31.3.09

Good morning, Charlie!

Yo venía bien. Venía tan bien que ya estaba casi cebada, tranquilita, relajada como si la cosa nunca fuese a cambiar. Es más, solía cancherear bastante porque, cada fin de semana, tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que me viniera en gana.
Mis amigas, todas ellas, en cambio, no la tenían fácil. Cada sábado, después de mediodía, desaparecían para entrar en el oscuro y clandestino universo del rulero gigante. Ese ritual que transformaba rizadas cabelleras en cortinas lacias, nunca suficientemente lacias, nunca suficientemente cortinas.
"La toca" era el recurso obligado para esa época de pelo liso y como yo ya había venido con el liso de fábrica, mientras ellas mataban el tiempo esperando el momento exacto para dar vuelta sus rebeldes pelambres con el objeto de equilibrar el formato del alisado final, mientras se aplicaban a la correcta ubicación de las pincitas para que no dejaran marcas delatoras, mientras averiguaban las condiciones de humedad ambiente que podían arruinar tanto trabajo, mientras se privaban de una zambullida en pleno verano, mientras elevaban sus plegarias para que a la noche no lloviera, yo era libre.
Pero llegó ella y, desde la distancia y la ignorancia, me arruinó la vida. Ella, con su pelo rubio con volumen y cuerpo. Ella, con ese look despreocupado e informal que escondía horas de ruleros y brushing –una palabra nueva para un procedimiento nuevo– pero que daba impresión de recién despeinado.
Llegó ella y aunque era fascinante ver su sonrisa enmarcada por la cabellera al viento derrotando delincuentes junto a sus dos compañeras, terminó con mi tranquilidad y con mi lacia soberbia.
Porque mi pelo lacio-cortina no se inmutaba con ninguna maniobra que intentara ondularlo. Porque mi pelo lacio-cortina era ese lacio natural, tan irredimible y planchado que parecía una burla a la humedad. Mi pelo jamás se avendría al movimiento, el marcado de mi flequillo jamás duraría más de veinte minutos, mi cabeza no alcanzaría el volumen requerido.
Entonces, por más esfuerzos que hubiese hecho en pos de conseguir ese efecto capilar, yo volvería irremediablemente a ser yo, cual princesa que a las doce de la noche retorna a su condición de Cenicienta.
Sin embargo, era imposible no volver a verla. Era imposible no esperar su aparición en escena. Era imposible no sucumbir a su chispeante "Good morning, Charlie!". Era imposible no insistir, cada fin de semana y aun sabiéndome vencida de antemano, en lograr el peinado de Farrah Fawcett.

21.3.09

Eventolandia – El día después

Ayer se llevó a cabo la –espero– primera edición de MundoBloggers.
Fue una maratónica seguidilla de interesantes conferencias. Mucho encuentro con personas conocidas, muchos expositores –tal vez demasiados– y, como siempre, muchas ganas de pasar de la virtualidad a la realidad.
No voy a comentar especificidades porque seguramente se reproducirán tanto en el blog del evento como en cada uno de los espacios de los participantes y expositores.
Sí voy a hacer una reseña sintética de lo que a mí me dejó MundoBloggers.

Pensamientos laterales
• A esta altura del campeonato, me dio la sensación de que el límite entre lo real y lo virtual se hace cada vez más difuso. Hay permanentes intrusiones de un plano en el otro y cualquiera que pertenezca a redes sociales y profesionales, tenga un usuario de Twitter y sea autor de un blog está expuesto a este fenómeno en el cual lo público y lo privado se entrecruzan.
• Si de blogs se trata, creo que la tan vituperada categoría "blog personal" debería recibir un justo y merecido homenaje de desagravio. Desde donde yo lo veo, se hable de tecnología, entrepreneurship, actualidad o recetas de la nonna, el blog debe tener una identidad, emitir un mensaje personal con una voz personal, auténtica y singular. Por supuesto, es difícil aceptar que compartimos categoría con la tía que vive lejos y sube fotos de sus hijos para que el mundo los vea, con la que vuelca de manera masoquista el relato minucioso y lacrimógeno de sus desgracias amorosas, con el que mastica persistentemente su melancolía hecha poema. El medio invita al tono intimista y a la confidencia. Después de todo, no se trata de conferenciar sino de conversar... Y las conversaciones, como dice la RAE, van desde la charla familiar hasta el trato carnal. Llevado al extremo, hasta un blog corporativo debe entrar en este rango encontrando una voz que sea su propia voz.

Las buenas
• Reencontrar tanta gente conocida.
• Conocer tanta gente conocida.
• Escuchar experiencias interesantes.

Las no tan buenas
• Volver a comprobar que muchas veces quienes estamos en la línea 2.0 hablamos solamente para nosotros mísmos, en un código compartido pero de difícil acceso a los "no iniciados". Sería muy útil allanar la expresión para que llegue a más personas. No es verdad que cualquiera puede tener un blog (creo que ya lo dije). Partir de esa base es un error.
• Volver a comprobar que, con frecuencia, cuando se habla de redes colaborativas, de interacciones, de horizontalidad, se está hablando de un ideal, de una utopía que muchos de nosotros sostenemos pero que nuestros egos obstaculizan notablemente. Porque, seamos sinceros, detrás de la pasión, la constancia y la garra que le ponemos a esta actividad, siempre hay un ego hipertrófico preocupado porque el vecino no haga demasiada sombra o preocupado por superar la sombra del vecino o preocupado porque no se nuble y todas las sombras desaparezcan.
• Como siempre, estas actividades se orientan más que nada a dos o tres temas: tecnología, empresa y fenómenos web de celebridad instantánea. Es una pena que no le hagan lugar a la literatura, las artes visuales, la música y el humor.
• Que en todas las presentaciones PowerPoint, invariablemente, faltaban los signos iniciales de interrogación y exclamación (perdón, pero el español indica que lo correcto es utilizarlos).

En resumen
Fue muy bueno participar. Fue increíble el esfuerzo de los organizadores. Fue divertido, ameno y dinámico.
¡Ah! Y tengo la foto con Cumbio.

18.3.09

Eventolandia

Allá vamos.


11.3.09

Año electoral: "colgo" y "moiro"

A (voz ansiosa): ¿Leíste el texto de X que te mandé?
B: Ajámmm...
A (ansiedad creciente): Bueno, ¿y qué te pareció?
B: Ehmmm...
A (crisis de ansiedad): ¡Dale, decí lo que pensás!
B: Hmmm... ¿La verdad, la verdad?
A (marche nomás el ansiolítico): Sí, claro que la verdad, la verdad. ¿Para qué te creés que te lo mandé? ¡Quiero tu opinión!
B: Ok, ok... Un embole importante... Está bastante cerca de ser un impresentable, es aburrido, bruto y enroscado. Pero tengo una buena y una mala.
A (emergencia psiquiátrica): ...
B: La mala es que se le está quemando el rancho. La buena es que con tanta paja ya le alcanza para reconstruirlo.