24.12.08

De paseo

Y, sí, ando de paseo por otro blog.
Parece que mis amigos no escarmientan y siguen invitándome aunque saben que siempre acepto.
Se viene nomás el primer TwittBaires masivo y de alcance internacional.

19.12.08

Callejeros y la primera persona (continuación)

Esta entrada fue publicada en Cadenas de Palabras.

Desde la última semana de septiembre, cuando se anunció la salida a la venta de Callejeros en primera persona, se formularon muchas hipótesis acerca de las motivaciones que me impulsaron a escribir sobre un tema tan difícil y tan controversial como la tragedia de Cromañón.


En este tiempo, contesté todas las preguntas de la prensa. Estuve a disposición de radios, canales de televisión, medios gráficos y medios digitales sin eludir ninguna respuesta.

Durante varias semanas, mis casillas de correo electrónico se poblaron de mensajes de todo tipo. Desde la felicitación y el agradecimiento hasta la ofensa, el insulto y la amenaza. La mayoría de estos últimos pertenecían a personas que no habían leído el libro.

Además, circularon versiones de todo tipo acerca de una alambicada estrategia de prensa para vender el libro. Versiones absolutamente alejadas de la realidad.


A quienes pensaron que así era, he de aclararles que días después de que apareciera la placa negra publicada en el sitio oficial de Callejeros, me llegó una carta documento de seis de los integrantes del grupo convocándome a una mediación.


A partir de ese instante me llamé a silencio para facilitar el proceso al que había sido citada y que aún no concluyó.


Es difícil entender cuáles fueron las motivaciones que los impulsaron a iniciar una accion por daños y perjuicios. Sin embargo, analizando la situación desde la postura de ellos, y de todo lo que provoco el contenido del libro, que incluye los testimonios por ellos vertidos, es posible –desde mi punto de vista– esbozar la idea de que se formule algún pedido respecto a los testimonios, reiterando que ningún interés ni participación tuvieron el libro. En cuanto a otro tipo de reclamo económico, dado que la mediación todavía está en marcha, me es difícil imaginar cómo terminará y, por supuesto, está en manos de los abogados

Por cierto, las actitudes de varios de los actores involucrados en esta trágica historia no hacen más que confirmar los conceptos volcados en el libro acerca de nuestra dificultad para unirnos en el dolor, de la imposibilidad de salir del lugar de la confrontación, de la incapacidad para reconocernos en los ojos de nuestros semejantes.


Callejeros en primera persona
no es "el libro de Callejeros" ni "el libro que defiende a la banda" ni "el libro que ataca a los sobrevivientes" ni "el libro que está en contra de los padres de las víctimas".

Instalar la idea de una obra destinada a defender una posición por encima de otra va por completo contra la esencia y el espíritu de mis palabras. Y, por extensión, contra mi esencia y mi espíritu.


Callejeros en primera persona
nació como un intento de reflexionar sobre los motivos que llevaron a que se produjera una tragedia como la de Cromañón. Creció como un desafío personal de comprometerme, desde mi lugar de escritora, con la búsqueda de la verdad, una verdad sin dueños y sin exclusiones. Se concretó como una obra en la cual el lenguaje de la investigación se desliza dejando lugar a una expresión más visceral. Vio la luz en el centro de una disputa por el espacio mediático. Y hoy circula, sobre todo entre los jóvenes, como punto de partida para la construcción de una perspectiva diferente que permita aprender de la desgracia.

Hasta la fecha, Callejeros en primera persona es el único lugar en el que aparecen las voces de los músicos. Sus largas charlas conmigo, transcriptas en el libro respetando puntualmente lo dicho, son también parte de la historia de Cromañón. Una historia que sigue doliendo como el primer día.

4.12.08

Pink dialogue

C: Yo quería ser presidenta.
I: Yo quiero ser presidenta.
M: ¡Yo fui Evita!

Querido Papá Noel

En el lejano e inclemente Polo Norte, Papá Noel tiene un completísimo archivo privado. Allí están ordenadas todas las cartas que el buen señor ha recibido. En este curioso conglomerado de pedidos es posible advertir que los primeros deseos de muchas personalidades de todas las áreas, ya desde la infancia manifestaban aquello que con el tiempo (a veces, además, con mucha ayuda) lograron ser y, también, reconstruir los tortuosos caminos por los cuales sus sueños se hicieron realidad (o no).
Así, es sorprendente reconocer en la caligrafía apretada y llena de errores (no, no estoy hablando de Susana Giménez, ella quería conocer las Cataratas del Iguazú y... sí, a los dinosaurios vivos, deseo que, como es de público conocimiento, no ha podido concedérsele ni con la colaboración de COAS), a Carlitos W.B., cuya corta misiva de 1953 solicita "un kit de harmas kímicas y un livro con la istoria de Vavilonia y una votella de whisky (para mi daddy que ya es grande)" (sic).
En las cartitas de Ronald (no, McDonald no, el otro), en cambio, puede apreciarse, ya desde 1918, su profundo deseo de llegar a ser una estrella de westerns producidos en Hollywood. Sus pedidos se repiten sistemáticamente: cartucheras, estrella de sheriff, pistolas... y réplicas del Oscar de la Academia. En un cruce de información digno del Excalibur ha podido constatarse que, en un momento circa 1934, las cartas del tierno Ronald –que persistía de manera conmovedora en su deseo de protagonizar films del lejano Oeste– se mezclaron con las de un precoz Clint E. (no confundir con Bill Clit, que pedía pasantes para el despacho oval) cuya energía estaba puesta por completo en ser presidente del país más poderoso del mundo. Esta confusión explicaría la eterna sonrisa sorprendida de Ronald y la no menos eterna cara de bragueta de Clint (y también la activa bragueta de Bill).
Si nos enfocamos estrictamente en el mundo del espectáculo veremos no sin sorpresa las esquelas de Michael J. quien, desde que pudo articular las primeras frases (y estoy segura de que, antes que "amo a mi mamá" aprendió a escribir "quiero ser wasp"), hizo la misma solicitud: "cremas blanqueadoras, una montaña rusa propia y que me llamen Macaulay"; las de Richard G. pidiendo ser actor y conocer al Dalai Lama (le dieron lo segundo, no lo primero. Lamentablemente para la historia de la cinematografía, él parece no haberse enterado); las de Al P. que quién sabe por qué extraños motivos quería siempre dientes nuevos (se los otorgaron para su papel del Diablo en "Devil's Advocate", cosa de que su apariencia fuese terrorífica); y las de Mel G. que en su lampiña infancia insistía con tener un bigote como el de Adolf H. (el bigote no se lo dieron).
El género femenino también tiene una participación más que interesante en esta investigación. El cruce de las cartas enviadas muestra que Britney S. siempre quiso ser Madonna e, inexplicablemente, Madonna todavía sigue escribiendo que quiere ser Britney (pero ahora lo escribe en hebreo). Nicole K. primero pidió un Top Gun (perdón, Tom C.) que le fue concedido, pero cuando se dio cuenta que el señor sólo alcanzaba el top subido al banquito de la cocina, que de gun no tenía nada y que, encima, venía con la Cientología incluida, rectificó su pedido dando lugar a que se hicera realidad el de Katie H. Un caso curioso es el de Winona R., cuyo eterno pedido fue "yo quiero ser 'mechera'" y le fue otorgado junto con una innumerable cantidad de horas de probation.
En el plano local la cosa no resulta mejor. Una generación entera –post Diego Armando y Claudio Paul– invirtió ríos de tinta y fortunas en estampillados al Polo Norte expresando su deseo de "casarme con un jugador de fútbol internacional" (jamás el 2 de Mandiyú), últimamente ampliado a "casarme y tener hijitos", y dando origen a una nueva categoría: las "botineras". Papá Noel ya cumplió con los objetivos de Wanda N., Evangelina A., Nicole N. y Eliana G. En cambio, los de Natalia F. y Amalia G. han tenido algunos matices. Aunque ambas creyeron estar haciendo realidad lo solicitado en sus cartitas, al revisar los archivos se advierte que la primera fue la concreción del deseo de Carlitos T., mientras que la segunda acredita haber sido el regalito de Navidad para un tal Robbie W., que había solicitado con desesperación una "pantalla" y quién sabe qué habrá entendido Santa Claus que le mandó a esta chica. Dando muestras de su convicción y persistencia, cuando las muchachitas no le escriben al señor del Polo Norte, veneran a "la Claudia" y a "chorreo glamour Mariana".
Por cierto, los archivos de Santa son privados pero no inaccesibles de modo que ¡cuidado con lo que escriben después del insoslayable "querido Papá Noel"!