28.12.09

Ya llega


Yo deseo que en 2010 tengamos:


  • Un año redondo.
  • Sueños pendientes fortalecidos por la esperanza del año que comienza.
  • Sueños nuevos, porque siempre es bueno soñar desde cero.
  • Un país habitado por verdaderos ciudadanos.
  • Besos, abrazos y buenos deseos.
  • Los amigos de siempre y los que tienen que llegar.
  • Sonrisas, para celebrar y para enfrentar, si la hay, la adversidad.
  • Desafíos que nos mantengan el corazón latiendo fuerte.
  • Gratitud por lo que alcanzamos y perseverancia frente a lo que todavía nos falta.
  • Humildad para reconocer nuestros errores y grandeza para perdonar los de los otros.
  • Sentido del humor para reirnos de nosotros mismos.
  • Espíritu aventurero, porque la vida es la mayor de las aventuras.
  • Memoria para no olvidar de dónde venimos.
  • Coraje para definir hacia dónde vamos.

Yo quiero todo eso para vos y para mí.

Sumá tus deseos. Agrandá la lista. Y después repartila a toda la gente que quieras.
Cuando se trata de buenos deseos, repartir es multiplicar.

22.12.09

Más temas trascendentes

¡Bendita realidad, generosa proveedora de ricos tesoros!
En este último tramo del año la actualidad nos brinda nuevos y profundos temas de reflexión:

• El peristaltismo intestinal de Sandro. Antececentes históricos: Pu-yi.
• Conmoción en el Olimpo mediático: Ricardo Fort, ha nacido una "chocoloca".
• Clamor en el Olimpo mediático: ¡Exigimos "chocotorta"!
• Carlos Fayt, la Carmela y el cuarto poder.
• La resurrección de Aschira (colgada del bícep izquierdo de Ricardo Fort).
• Movimiento "Por un Congreso Mejor": ¿La diputada Giúdici o Coti Nosiglia (Enrique no, Fabio)?
• Dime cómo te acuestas y te diré en qué estado te levantas: Oyarbide, jopo y Ray-Ban o gomina e inflamación periorbital.
• CFK y la cuestión de género: ¿seda o gasa?
• El rol insustituible de Randazzo (sí, sí, Randazzo sigue siendo un top): asueto administrativo de fin de año.
• Palabras olvidadas: Tamiflú.
• Confesiones. Mario das Neves: "Cuando sea grande quiero parecerme a Lula".
• El nuevo Wally: ¿Y dónde está Faggionato Márquez?

2.12.09

I love MKT, personal MKT

No tengo tarjeta personal.
La sola idea de mi nombre y abajo, en tipografía más chica, la palabra "escritora" me causa el mismo efecto que haberme encerrado en una cámara de gas... hilarante.
El otro escollo que se interpone entre el cartoncito 9x4.5 y yo es que no soy sólo escritora (leer la columna de la derecha). La solución a este problema sería tener un número "n" de cartoncitos diferentes siendo "n" igual a la cantidad de actividades desempeñadas. ¡Pero claro! Entonces, a la hora de entregar un cartoncito, tendría que empezar a manotear el indicado teniendo en cuenta la ocasión y el destinatario y, haciendo honor a mi inigualable torpeza, terminaría dándole el equivocado o, lo que es casi imperdonable, los "n" cartoncitos y las instrucciones para que elija el correcto y se deshaga de los otros.
Mi CV es un desastre.
Y, además, es un desastre incompleto. ¿Hay algo más patético que un desastre in progress, un desastre que quiso ser y se quedó a mitad de camino?
Desde hace un par de semanas, en la columna de la derecha de este blog y del otro puede verse mi reseña biográfico-profesional. Ahora le dicen BIO.
Obviamente, hay dos reseñas diferentes, no vaya a ser que me aburra de mí misma o que, de manera pública y notoria, renuncie a mi escisión.
Una buena: me conoce bastante gente.
El lado oscuro de la una-buena es que algunos me conocen por una cosa, otros por otra y otros por otra más (que ni siquiera tengo donde linkear) pero, a no ser que se encuentren y hablen sobre mí –cosa que sucede en ocasiones excepcionales–, el que sabe una cosa no sabe la otra y ha pasado, incluso, que han hablado de mí pensando que era dos personas diferentes y hasta han discutido si yo era una o era la otra hasta descubrir, luego de gritos y arañazos, que era la misma.
Soy "canuta".
Tengo trabajos interesantes (suelo no aceptar los que no me presenten un desafío), que me ponen en contacto con personas a las que no es sencillo llegar (muchas veces lo que se dice "figuritas difíciles") y con las que hago vínculos profundos e intensos. Pero jamás lo cuento. Ni siquiera lo sugiero. Sí, claro, me resulta mucho más fácil y cómodo mantenerme en esa suerte de clandestinidad, no ser el foco de atención, jugarla callada. Sólo en contadas ocasiones, cuando alguien dice algo de, por ejemplo, fulano, me animo a decir "¡Ah, fulano! Yo trabajé con fulano." y casi siempre mi interlocutor sufre un sorpresivo desmayo.
Soy terca.
Sé con claridad y certeza lo que hay que hacer. Y no lo hago. Para ser gráfica: no tengo ni el 20% de las publicaciones en las que salí, ni el 1% de los audios de entrevistas que me hicieron, ni siquiera un testimonio en video de mis presentaciones en televisión y ni un ejemplar de un libro en el que están publicados mis cuentos (ya sé, ya sé, voy a irme al infierno sin escalas). Del mismo modo, sé lo que no hay que hacer. E insisto en hacerlo. Y no abundo en detalles porque sería entrar en terreno cenagoso.
Soy prejuiciosa.
Las cosas que hago las hago bien. Porque sé hacerlas y por amor propio, una combinación funesta de capacidad y autoexigencia. Pero, ¿quién va a creer, en la era de la hiperespecialización, que una persona puede desempeñar muy bien varias actividades? No, no, no –me dice mi vocecita interior–, no es serio ser buena para más de una cosa. Y, a pesar de nuestra entrañable amistad, ese es el comienzo de una batalla sangrienta entre mi vocecita y yo.

He aquí un breve compendio de los ingredientes que requiere un marketing personal lamentable. Un pequeño paso para la humanidad, un paso enorme para mí.

1.12.09

1º de diciembre


Día Mundial del Sida

La prevención es todos los días.

23.11.09

RBD09/OMG!

Más allá de las reflexiones sobre el evento, que publiqué acá, el RosarioBlogDay me dejó un par de certezas que, as usual, son frustrantes:
1. Mi marketing personal no es malo, ni siquiera es penoso, es catastrófico (lo describiré en breve porque vale la pena compendiar todo lo que NO hay que hacer).
2. Cada vez que tengo indicios de lo que afirmo en el punto 1 me prometo mejorar y, por supuesto, nunca lo hago.
3. Mi presencia en eventos web –que agradezco profundamente– se debe más a mi vida real que a la virtual (o a razones que me resultan indescifrables).
4. No soy blogger. Tengo un blog, en realidad, tengo dos: éste y el otro.
5. Jamás me compraría un cigarrillo electrónico después de haber escuchado que es como un "consolador" o como "fumar Glade Toque".

Last but not least (y fuera de la enumeración porque es puro gossip): a Darío Gallo las fotos no le hacen justicia. En persona se lo ve notablemente más delgado y mucho menos circunspecto.

14.11.09

Conectadas

El que sigue es el texto de cierre de la jornada Mujeres OnLine LatAm.

Las mujeres siempre estamos conectadas. Estamos online de la mañana a la noche, los siete días de la semana, los doce meses del año.
Estamos conectadas con nuestras parejas, amantes, amigos con derecho a roce, esposos y touch and go. Conectadas con sus preocupaciones, problemas y estados de ánimo.
Estamos conectadas con nuestros hijos que, sean chicos o grandes, mantienen en excelente estado de conservación el cordón umbilical –bueno, a veces también colaboramos nosotras– y aunque se haga flexible y elástico, no termina de cortarse.
Estamos conectadas con nuestros amigos y amigas que nos sostienen y nos acompañan y a los que sostenemos y acompañamos tanto cuando hay que festejar como cuando las fuerzas nos abandonan.
Estamos conectadas con desayunos, almuerzos, meriendas y cenas –¿alguna vez pensaron que una familia tipo consume mensualmente cuatrocientas cuarenta y ocho comidas? No, claro, mejor no pensarlo–; con cumpleaños y celebraciones. Con tareas escolares, orientación vocacional y consultoría sentimental y existencial de hijos, amigos y familiares.
Estamos conectadas con el lavarropas, el secador de pelo y/o la planchita. Con el microondas, la lustradora y la aspiradora. Y, a veces, con aparatos que, aunque son horribles, adelgazan, tonifican, rejuvenecen y embellecen. Conectadas con la moda. Con nuestro cuerpo al que invariablemente le sobra o le falta algo en algún lugar preciso (o en muchos). Con el pelo que nunca es el que hubiésemos querido tener.
Estamos conectadas con nuestras emociones que van desde la ternura a la ira, pasando por la envidia inconfesable, la pasión desenfrenada y el odio visceral.
Estamos conectadas por igual con lo que sucede en nuestra casa y con lo que pasa en el mundo.
Conectadas con nuestros trabajos, profesiones u oficios. Con los desafíos que se nos presentan cada día y que afrontamos con el coraje y el entusiasmo que sólo las mujeres podemos encontrar bajo las numerosas piedras que tiene el camino.
Estamos conectadas. Estamos online.
También en la web, ese espacio que utilizamos para chismosear o buscar una receta de cocina o comprarnos ese par de aros divinos cuya misión más importante será hacernos sentir lindas. Pero sobre todo para expresarnos, para crear, para crecer y para estar en red con otras mujeres.
Somos multitasking. Siempre estamos haciendo varias cosas al mismo tiempo y, lo más importante, sin dejar de pensar en lo que deseamos y cómo lograrlo.
Hemos pasado mucho tiempo observando qué hacen los hombres y cómo lo hacen. Y, por lo general, llegamos a la conclusión de que si hiciéramos las mismas cosas, las haríamos de una manera muy diferente.
En ese tiempo de observación, registramos y procesamos información acerca de confusiones, rutas fallidas e intentos truncos. Y ahora que estamos en el camino, nos enfocamos en nuestros objetivos, no nos distraemos –porque ya se habrán dado cuenta de que hacer muchas cosas simultáneamente no es estar distraídas– y, por supuesto, no nos perdemos.
Sabemos que postergar no es lo mismo que renunciar. Y sólo postergamos. Es decir, tomamos decisiones que a veces son dolorosas pero no nos rendimos porque somos conscientes de que en nuestros sueños está el motor que nos impulsa.
Y todo eso es porque siempre estamos conectadas.

11.11.09

Aquí, allá y acullá

Resulta que antes de esto viene esto otro.
El próximo viernes estaré torturando oyentes en Mujeres OnLine LatAm.
Fui gentilmente invitada por las organizadoras a cerrar el evento.
Para quien quiera participar de la experiencia y, de paso, aportar a mis tribulaciones relacionadas con el pánico escénico, Mujeres OnLine se realizará el viernes 13 (por suerte, la superstición nada dice de hablar en público) en la Universidad de Palermo entre las 9.30 y las 17.00.
¡Gracias, Paula!


9.11.09

¡Algo habrás hecho, Laurita!

Hace dos años asistí a la primera edición del Rosario Blog Day.
Ahí conocí a personas con las cuales hasta el momento había tenido sólo vínculo virtual y con las que desde entonces nos mantenemos en frecuente contacto "tradicional".
El próximo RBD se llevará a cabo el 21 de noviembre en el Centro de Expresiones Contemporáneas a partir de las 10.00. En esta oportunidad, fui invitada a participar como disertante en la mesa con que se abrirá el evento y cuyo tema es "La blogosfera actual: evolución y actualidad de la blogosfera".
Compartiré el espacio con Vanina Berghella y con un tercer integrante a confirmar.
En principio, me tengo que poner a pensar en qué anda la blogosfera por estos días y, de ser posible, tener alguna idea de hacia dónde va.
No dejo de preguntarme qué he hecho en los últimos dos años para merecer esto de pasar de la platea al escenario. Y mi voz interior no deja de responderme "¡Algo habrás hecho, Laurita!".
¡Gracias, Marta!

7.11.09

Estado

Hace unos días me llegó la invitación para probar Google Wave.
Mientras curioseaba la novedosa aplicación, llegué al ineludible "perfil" que uno puede completar como más le plazca: nombre, foto, website y estado.
Ese último campo a completar desató en mí una serie de alternativas, todas alejadas de lo esperable y a cual más ridícula.
Estado: deplorable.
Estado: a reciclar.
Estado: en franca decadencia.
Estado: de progresiva degradación biológica.
Estado: necesita inversión.
Estado: divorciada (ya sé, ese es el estado civil, pero también lo pensé).
Estado: excelente motor, carrocería dañada.
Estado: vegetativo.
Estado: animación suspendida.
Estado: de conservación.
Estado: alterado.
Como es de suponer, el campo quedó vacío.

22.10.09

Cuestión de matices

No soy obsesiva, soy sistemática.
No soy vieja, tengo experiencia.
No soy miedosa, soy precavida.
No soy bruja, soy aguda.
No soy sarcástica, tengo sentido del humor.
No soy gata flora, soy selectiva.
No soy pesimista, soy realista.
No soy inconciente, soy optimista.
No soy soberbia, soy segura de mí misma.
No soy exigente, sé lo que quiero.
No soy arrogante... ¡soy perfecta!

En la vida todo es cuestión de matices.

11.10.09

Lo que viene

Dado que la realidad argentina ya no ofrece temas de reflexión, he decidido dedicar mis días a cuestiones verdaderamente trascendentes, a saber:

  • La vida útil de la esponjita cuadriculada.
  • La velocidad del chancho en la curva teniendo en cuenta el cambio climático y el calentamiento global.
  • La proporción áurea del shampoo y el acondicionador.
  • Juan Valdez, un grande injustamente olvidado.
  • La misteriosa desaparición de Florencio Randazzo.
  • La tragedia existencial de la botinera frente al cambio de camiseta.
  • El trauma infantil de Zulma Lobato.
  • Somos lo que comemos: estudio anatomopatológico de los restos de comida en el bigote de Aníbal Fernández.
  • La ignominiosa vida del jubilado en Suiza.
  • El significado social y antropológico de los tests de FaceBook.
  • La supuesta homosexualidad de Pablito Ruiz.
  • El origen mitológico de la gota de Magistral.
  • La evolución del lenguaje hacia la desaparición de la primera persona (¡hasta Amalia Granata habla en tercera!).
  • El tránsito lento y el equilibrio en la reserva de agua potable.
  • La depreciación del lilangeni swazi.
  • Tendencias: el estilo Pichetto (investigación patrocinada por Hair Recovery).
  • La transfiguración de Myriam Bunin.
Me espera toda una vida abocada al pensamiento y la investigación.

14.9.09

Viaje de ida (para dos)

En todas partes se cuecen habas, decía mi abuela. Tanto del lado del grupo monopólico, a quien está dedicado el viaje inmediato anterior, como del lado del oficialismo, agrego yo.
La elección de los voceros gubernamentales para encarar la defensa de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (que, valga la aclaración, ya trae en el título la palabreja "servicios") ha sido lamentable.
Claudio "el agujerito sin fin" Morgado y Gustavo "concertación" López peregrinan por los programas de televisión balbuceando tibiamente sus pobres argumentos en favor de la ley que, según la palabra oficial, es "la madre de todas las batallas". Como payasos de circo pobre, le ponen primero una mejilla y luego la otra a los tortazos de la oposición y hacen reír a chicos y grandes. Inmunes al ridículo, uno de ellos, López, soportó que se lo llevara puesto y lo dejara revolcado en la banquina María Eugenia Estenssoro que, por otra parte, está muy lejos de ser un 1114; mientras que al otro le fue recordada su presencia en "TVR", programa que comenzó en el cuco-malo-sucio-feo de América Televisión y siguió, orondo, como huésped del terrible, extorsionador y "clarinesco" devorador de libertades canal 13.
Así que ahí va otro viaje de ida, esta vez para los dos voceros que, además, por estos días son pasajeros frecuentes.

Viaje de ida

Hay situaciones que no tienen retorno. Son un paseo sin regreso al territorio de la ridiculez. Algunos de esos irreparables atentados al criterio estético los perpetran los relatos sensibleros y efectistas del periodista Julio Bazán. Por lo general, el buen señor apela a las referencias pseudointelectuales y facilongas; abusa del drama –cuya desmesura es opuesta al medio tono de la tragedia– con intervenciones dignas de Andrea del Boca y, como si todo lo anterior fuera poco, agrega su voz para cerrar un combo que linda con el grotesco. Un verdadero viaje de ida. Para muestra bastan dos líneas:

"Que haya habido tan poca memoria y tanto olvido, que provoca penas,
favoreció a quienes nos estafaron como pueblo."


1.9.09

Laurita mira la tele – Un médico aquí

Las series de televisión, en su gran mayoría, incluyen historias de amor. No importa si se desarrollan en una isla inhóspita y misteriosa (Lost), en la redacción de una revista de modas (Ugly Betty), en la delegación policial que se ocupa de viejos casos irresueltos (Cold case) o en un prolijo y acartonado suburbio estadounidense (Desperate housewives, Californication, The OC, and so on), hasta el más cínico de los personajes (Charlie Parker – Two and a half men) tiene su momento edulcorado, sensual y, a veces, hasta erótico; lo cual es bueno porque, en definitiva, los planos amoroso y sexual forman parte de la vida.
Sin embargo, es notable el lugar que ocupan dichos planos en la vida de los médicos de las series. Los doctores Carter, Kovac, Rasgotra, Gates y Lockhart de ER; Montgomery, Wilder, King y Freedman de Private practice; Grey, Karev, el inseparable dúo McDreamy y McSteamy o Isobel Stevens (que incluye en su práctica el sexo salvaje con el fantasma de su novio Denny), de Grey's anatomy; y aún Cox, Elliot o JD de la casi tonta Scrubs prueban que la vida sexual de los médicos televisivos es inmejorable.
Lo cierto es que sean hombres o mujeres; clínicos, especialistas en fertilidad, estudiantes o neurocirujanos, la pasan bomba. Sin demasiada tristeza, van rápidamente de una pareja a otra y con ambas comparten el lugar de trabajo. Tienen encuentros de alto voltaje sobre camillas de consultorios, en ascensores de alto tránsito y, cuando se "enserian" un poco (la parte más aburrida), hasta en sus propias casas. No importa si han tenido un día difícil, si acaban de divorciarse o enviudar, si se les murieron todos sus pacientes, si hace cuatro días que están de guardia o si el quirófano no les dio descanso, siempre encuentran un momento (o más de uno) para el sexo que termina siendo un efectivo remedio para todo.
Además, son limpitos, atractivos y, como buenos boy scouts, están siempre listos.
La interpretación más obvia –aunque bastante compleja e indudablemente psicoanalítica– es que de tanto estar en contacto con la muerte, las relaciones sexuales operan como el lazo con el que se aferran a la vida.
La fácil, la de la esquina de mi barrio, es que en los hospitales "todo el mundo le da matraca a todo el mundo".
La mía no es una interpretación sino un pedido. Después de que hayamos hecho varias veces lo que tenemos que hacer, hablamos de diagnósticos e interpretaciones. Hasta entonces: ¡un médico aquí!

23.8.09

Diario Perfil – Edición Impresa – Domingo

Un fragmento de Callejeros en primera persona puede leerse hoy acá.

20.8.09

Contribuyendo a la confusión general

Periodista: ¿Vos tenés hijos?
Yo: Sí, dos.
Periodista: ¿Y le entregarías tus hijos a Callejeros para que ellos los cuidaran?
Yo: Mis hijos son grandes, se cuidan solos. De todos modos, conocieron a varios de los músicos y les parecieron personas muy agradables, cálidas y ubicadas.

Hoy, a pocas horas de conocido el fallo del Tribunal Oral Nº24, en una entrevista radial, mantuve este diálogo.
Mientras respondía no pude evitar pensar que Callejeros es una banda de rock y no un jardín de infantes. Me callé para no contribuir a la confusión general.

15.8.09

Tres notables

• El padrón de ricos de Cristina Fernández de Kirchner (cada vez que quiere ser irónica y canchera se le filtra un inocultable resentimiento que la deja muy lejos de cualquier gracia).
• El padrón de inoperantes de Chiche Duhalde (en estado de gracia permanente, aunque se ríe poco y no parece saber qué es la ironía).
• El infaltable Armagedón de Elisa Carrió (el apocalipsis nuestro de cada día sudando la gota gorda, as usual).

13.8.09

PR (lack of)

Hace un par de meses y en función de una estrategia de posicionamiento diseñada para uno de mis clientes, llegué a la conclusión de que necesitaría el acompañamiento de una agencia de las comúnmente llamadas "de prensa" pero que se llaman a sí mismas PR (pronúnciese pi-ar).
Vale aclarar que los vínculos con los medios no sólo no son mi especialidad sino que, además, si tuviese que hacerlo, las características de mi personalidad me conducirían a un seguro papelón.
Por eso, decidí contactar a un "conocido" PR –en adelante lo llamaré PR a secas dado que sería grosero poner su nombre– que circula –¿debería decir "pulula"?– bastante por los ámbitos 2.0 (no intenten saber de quién se trata porque hay varios y podría ser cualquiera de ellos... o ninguno).
Con amabilidad y dinamismo, el joven cool respondió a mi llamado como corresponde a alguien muy ocupado con, digamos, una semana de delay.
Le conté algunos pormenores del caso y, de inmediato, PR empezó a darme consejos –jamás solicitados– acerca de cómo manejar la situación, tips básicos con sonrisa plastificada.
Algo tensa, lo detuve –me costó porque venía embalado– y le expliqué que lo que quería era que él hiciera el trabajo y que se le pagaría por eso.
Dio dos o tres vueltas y me dijo que no, pero que, "en realidad, ahora que lo pienso, me gustaría tener su CV porque acá en la agencia siempre estamos buscando gente que haga lo que hace tu cliente"...
Ah, le contesté, resulta que lo que yo quiero es comprarte servicios para mi cliente, no venderte los de él.
Volvió a reírse (aún por teléfono era una risa plástica): ¿Viste? Estás haciendo relaciones públicas. Dale, mandámelo y llamame la semana que viene así tenemos una reunión.
Un rato después, le envié el curriculum solicitado y al minuto tuve un e-mail con la confirmación de que lo había recibido.
A la semana siguiente intenté llamarlo. No respondió. Volví a intentar. Tampoco.
Dejé mensajes por todas las vías (mail, twitter, celular).
¿A vos te llamó? A mí tampoco.
Entiendo que el posicionamiento unipersonal es generalmente más difícil que el de una empresa o marca. Pero podía haberme dicho que no estaba interesado.
Moraleja: PR no es muy PR que digamos. O, expresado de otro modo, a PR le faltan veinte minutos de horno para ser un buen PR.
Morajeja II: Todavía estoy en busca de un PR que no sea como PR.

10.8.09

Solteros de calidad
















Si hay solteros de calidad, ¿hay también solteros de segunda selección? En consecuencia, ¿hay un outlet de solteros que tienen una fallita que ni se ve?

¿Existe la misma calificación para divorciados, viudos y casados?

¿De qué clase de calidad estamos hablando? ¿Efectivos, rendidores, económicos, resistentes?


¿Dónde se adquiere el certificado de calidad? ¿Quién lo otorga? ¿Cada cuánto tiempo debe ser renovado? ¿Cómo saber si es auténtico?

¿Habrá una calidad "superior", llámese como se llame (world class, primera especial, alta gama)? ¿O la calidad masculina se mide casi como la de las sábanas de algodón egipcio: a más hilos, más calidad?

¡Y después dicen que a las mujeres nos tratan como a un "cacho'e carne"!

5.8.09

El cibergalán

El cibergalán es casi un sexagenario que descubrió, con diez años de atraso, por qué durante la adolescencia sus hijos hoy adultos chateaban como posesos. Así que ahora dedica cada rato libre a la seducción virtual frecuentando sitios de solos y solas porque, no nos engañemos, le sobran años y le falta cintura para usar Facebook.
Sus peripecias digitales incluyen fallidos épicos como confundir groseramente a la damisela que se presentó como abogada, divorciada, madre de una hija de trece e interesada en una relación duradera con la gatita ardiente de veintinueve y ávida de pasar una noche de sexo salvaje. O no poder sacarse de encima a una cincuentona que a toda costa quiere guerra cuerpo a cuerpo. O lidiar con una psicópata que intenta descubrir su verdadera identidad para arrimar el bochín y acosarlo por medios tan ortodoxos como el teléfono.
Dueño de varios perfiles, a cual más vendedor, puede ser un ingeniero que trabaja para una multinacional y viaja constantemente; o un empresario exitoso que pasa su tiempo libre jugando al golf, o un aventurero que, harto de todo, encuentra el sentido de la vida izando y arriando las telas de su velero oceánico. Todo depende del día y del estado de ánimo.
Desconfiado como todo mentiroso, no deja que su espíritu conquistador cruce el límite del mundo virtual. Ergo, aunque alimenta fantasías en un puñado de mujeres ávidas de la seguridad que les brinda una pareja, jamás concreta citas.

De vez en cuando, una visita de los hijos interrumpe la rutina de este Don Juan pixelado. Entonces, además de privarse de la cháchara onanista, deberá escamotear la PC o exponerse a que sus otrora bebés lo descubran y le dediquen una mirada que está entre la condescendencia y la vergüenza ajena.
Ni bien se vayan volverá al ritual de largas noches solitarias y dedos febriles rebotando sobre el teclado a la caza de una candidata que cubra sus expectativas inmediatas, sin comprender que el aquí y ahora de su deseo siempre lo deja a merced de sí mismo.

24.7.09

Eterno retorno, recurrencia y veinte mamuts

Ojalá la sumatoria de una serie de días locos resultara simplemente en una semana loca y, a su vez, la seguidilla de éstas en un mes. Pero no. La cosa no parece ser tan sencilla.
Por ejemplo, el lavarropas se descompone y como no tolera la soledad del out of order, le solicita compañía a la heladera que venía haciendo ruidos raros hace rato. Si para colmo de males ambos son de la misma marca y la solución está en manos de un solo servicio técnico, lo más probable será que esta provisoria unión gremial de descompuestos intente sumar al automóvil o a la caldera o al termotanque o al acondicionador de aire o, en su defecto, a la humilde cafetera.
Otro ejemplo. Choqué –fue un choque sin importancia pero me quedo quince días sin auto–; me robaron la billetera –no tenía mucha plata pero sí el registro de conducir (que, por suerte, no tengo que utilizar durante los quince días que el auto estará en el chapista), las tarjetas de crédito (ya sé, las doy de baja por teléfono... por suerte, entre la basura que guardo en mi disco rígido están los dieciséis números de cada una de ellas) y el DNI (tengo casi dos años para recuperarlo y poder cumplir con el deber cívico si es que la "t" de triplicado aparece en el padrón)–; perdí el celular –y no había sincronizado los contactos así que ofrezco recompensa por el chip–.
Uno más para ilustrar de manera ajustada.
Mi hija tiene gripe A N1H1 y cada vez que lo digo la gente me mira raro, papá se recupera de una cirugía mayor, la abuela es hospitalizada con neumonía y –grand finale– mamá tropieza en el supermercado, se fractura las dos muñecas y anda por la vida con dos rígidos manguitos blancos.
Bien puede decirse que estas sucesiones se deben al agotamiento de la vida útil de los bienes mecánico tecnológicos; bien puede afirmarse que responden al natural fluir de la existencia humana. Sea cual fuere la explicación que elijamos darle, cada tanto, somos víctimas de agotadores encadenamientos de hechos infaustos, algunos –of course– más infaustos que otros.
No hay para estas contingencias más solución que hacer lo que haya que hacer, relajarse y esperar a que pasen. Sin embargo, cuando me veo inmersa en tal tipo de dinámica del caos, mi costado filosófico no puede eludir pensar en las discrepancias entre Friedrich Nietzsche y Mircea Eliade por el eterno retorno y mi aspecto científico se vuelca al teorema de la recurrencia de Poincaré. Mientras tanto, mi zona amante del saber popular no para de vociferar que, más que por los perros, estoy siendo alegremente orinada por veinte mamuts.

15.7.09

Ahora entiendo

Recién ahora que se ha hecho pública la declaración jurada de la primera mandataria entiendo por qué ella y su marido sostienen la necesidad de profundizar un modelo TAN exitoso (para ellos).

6.7.09

Mi disco rígido

Como una PC a la que le han sacado la función "vaciar la papelera", como una Mac sin "empty trash", mi cabeza no puede deshacerse de información inútil, irrelevante o, como se dice en el barrio, al soberano cohete.
Así como Perón llevaba en sus oídos la más maravillosa música, yo llevo en mi pensamiento las más inservibles banalidades como:
• La fecha del cumpleaños de la hermana de la mejor amiga de la infancia de mi hermana (aunque hace más de veinte años que no la veo y, por supuesto, jamás la saludé, junto con otras tantas fechas relacionadas con gente que tampoco veo y a la que, por supuesto, jamás saludaré).
• Los números de teléfono de todas las casas en que viví (a los que, obviamente, no llamo).
• El nombre de maestras, profesores y preceptores de la escuela primaria y secundaria (su única utilidad podría ser ganar un improvisado concurso en un encuentro de ex alumnos).
• Las letras de canciones que detesto (como, por ejemplo, las de Arjona) y que cuando suenan no puedo evitar cantar simplemente porque sé la letra.
• La clave de la alarma de una casa en la que no vivo hace diez años (y que, no me cabe duda, los sucesivos dueños cambiaron varias veces).
• Toda la información de las clases de fonología y morfología de la doctora Ofelia Kovaci (desde el morfema de género del swahili hasta una frase del tipo: "la diferencia entre quienes dicen 'mosca' y los que dicen 'mojca' es un problema a analizar en el campo de la sociolingüística", su manera de explicarnos que decir 'mosca' es una grasada).
• Frases fugazmente famosas de gente fugazmente famosa (ejemplo: "se la clavé en el ángulo" de Sebastián Rambert).
• Buena parte de jugadores que alguna vez vistieron la camiseta riverplatense y luego se perdieron en el olvido (porque, claro, es sencillo recordar a J.J.López, B. Ferreyra, Labruna o el Enzo; pero ¿quién –que no sea un fanático de la banda y yo no soy más que una simpatizante– se acuerda de Rodolfi, Soria o Comelles, que además se llama Pablo?).
Toda esa información sin relevancia se entremezcla en mis pensamientos. Estoy presa de ella porque cada vez que intento descartarla su impronta se hace más fuerte y persistente. Me ha valido apodos como tutti-frutti o walkingpedia. Encima, no soy Funes. A diferencia de él, pienso mucho. Construyo con estos conocimientos mínimos extrañas cadenas que los entrelazan dando origen a razonamientos imposibles, tan cercanos a la locura como a la estupidez.
A veces me pregunto cuánto tardará el rígido en llenarse o si en algún momento comenzará a sobreescribirse o si hay alguien que le pueda hacer una optimización.

9.6.09

Nación Apache

Hoy salió publicado en Nación Apache un informe que escribí sobre la causa Cromañón.
Reúne y ordena datos que, aunque en su mayoría están disponibles, no son muy frecuentados por los medios y, en consecuencia, no llegan a la opinión pública.

7.6.09

Efectos colaterales

Hay un publicitario que hace algunos años fue el más cool de todos los cool en un medio en que si no sos cool no existís. Harto de ganar todos los premios habidos y por haber, decidió probar –sin demasiada suerte– con la ficción televisiva. Como por ahí la cosa no iba, se movió hacia la otra ficción, la ficción política.
Así fue quien ideó el "dicen que soy aburrido" y nos vendió –y nos compramos porque la necesidad tiene cara de hereje– a Fernando, el que iba a ser el "médico de todos los argentinos" y terminó siendo el que se despidió desde el helicóptero.
Luego, en 2003, perpetró el comercial "Carlitos en el Monte de los Olivos", una pieza temeraria (lamento que no figure en youtube), extremaunción del ex presidente y eterno candidato.
Ahora nos ofrece la prístina figura de hijo, padre y marido ejemplar de Francisco que, sumada a las cachetadas –que debe haber medido muy mal porque salió de circulación–, al ruidoso llamado a contar los votos porque los votos cuentan y a las frasecitas que suenan a Coty Nosiglia en "Boluda total", conforman una de las campañas propagandísticas más caras de la historia argentina, sino la más cara.
Viendo el recorrido de este muchacho –ya no tan muchacho– en la arena política local, yo, en el lugar de Francisco, no estaría pensando en celebrar sino calculando cuáles serán los efectos colaterales de su creativa colaboración.

18.5.09

El fin de las curvas

Hubo un tiempo lejano en que reinaban las curvas. No importaba tanto si las mujeres eran rubias o morochas, lo que importaba de verdad eran las cinturas marcadas, las caderas fuertes y el busto definido. La proporción de la belleza femenina era la de una guitarra. Brigitte Bardot, Gina Lollobrigida, Sophia Loren, Raquel Welch mostraban sus formas en el cine para delicia de los hombres y tranquilidad de las mujeres.
Pero llegó ella y todo cambió. Con su delgada languidez nos escupió el asado de las redondeces. ¡Si hasta el nombre con que la conocimos remitía a la nueva moda del raquitismo! El busto pasó a ser apenas un accidente menor en las superficies planas de las prendas de vestir. La cadera, inexistente. Las piernas delgadísimas, aptas para las minúsculas polleras y las medias con dibujos grandes y coloridos. El rostro de líneas afiladas. Los ojos enormes, enmarcados en exageradas pestañas postizas, más grandes aún porque todo en ella era pequeño, delicado y frágil.
Sus fotos, que recorrieron el mundo, al principio causaban escándalo: eran el símbolo de una mujer joven, liberada, moderna que, dueña de su cuerpo, lo exponía con mini-skirts –la revolucionaria creación de Mary Quant– y hot-pants que no admitían un gramo de más.
Con ella nació el concepto de mannequin-percha en la que la ropa literalmente colgaba; en la que el cuerpo desaparecía de la escena.
Por supuesto, ella no vino de las ondulantes tierras latinas sino de la mezcla entre la sofisticación y la psicodelia londinenses de los años 60.
Yo la admiraba porque era extrañamente hermosa. Pero también la odié con todas mis fuerzas porque fue ella, Twiggy, quien arruinó mi adolescencia. Por causas ancestrales, yo estaba condenada a no tener ese porte longilíneo, ese aspecto de junco a punto de quebrarse. Condenada a no entrar en el nuevo paradigma de la belleza universal: esa delgadez extrema que aún hoy nos hace a la mayoría de nosotras, las mujeres de estas tierras y estos orígenes, esclavas de la hoja de lechuga, las bebidas sin azúcar y los lácteos de bajo tenor graso que, ¡oh, casualidad!, son creaciones posteriores.
¡Ella hizo que comer sea pecado!

3.5.09

Rosario a pie – 02/05/09
























27.4.09

Mañana en la Feria del libro

Ciclo de Clarín Blogs "La hora de la web participativa".
Charla "Blogs, literatura y cultura".
Invitados: Humberto Acciarressi y Omar Genovese.
Modera: yo.
En la Feria del Libro, mañana a las 17.00.
¡Gracias, Vani!

16.4.09

Hoy este blog cumple dos años

10.4.09

Semana Santa

Un jueves que es un viernes. Un viernes que es un sábado. Un sábado que es un domingo. Y un domingo que es un embole porque al otro día sí es lunes.

¿Habrán fumigado la quinta de Olivos?

Este es el momento perfecto para releer "La máscara de la muerte roja" de Edgar Allan Poe.

8.4.09

Redistribución del ingreso

Me mira con esa expresión y yo ya sé que va a decir algo lapidario.
Se para frente a mí y empieza a hablar:
–En cada década que vivís te preocupa una acumulación. A los 20 es acá (se toca los glúteos), a los 30 acá (corre las manos al "pantalón de montar"), a los 40 acá (se agarra los Michelin en la parte posterior de la cintura), a los 50 es acá (se toca las manijitas que le desbordan del corpiño en la espalda), a los 60 te llega esto (abre los brazos para que se le vean las alas de piel) y esto (se acaricia la papada)... y a los 70 la carne se te empieza a consumir y todo queda colgando... ¿Viste cuando hablan de redistribución del ingreso? ¡Esta es la redistribución del in-graso!

1.4.09

Ni Mascherano ni los otros diez

31.3.09

Good morning, Charlie!

Yo venía bien. Venía tan bien que ya estaba casi cebada, tranquilita, relajada como si la cosa nunca fuese a cambiar. Es más, solía cancherear bastante porque, cada fin de semana, tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que me viniera en gana.
Mis amigas, todas ellas, en cambio, no la tenían fácil. Cada sábado, después de mediodía, desaparecían para entrar en el oscuro y clandestino universo del rulero gigante. Ese ritual que transformaba rizadas cabelleras en cortinas lacias, nunca suficientemente lacias, nunca suficientemente cortinas.
"La toca" era el recurso obligado para esa época de pelo liso y como yo ya había venido con el liso de fábrica, mientras ellas mataban el tiempo esperando el momento exacto para dar vuelta sus rebeldes pelambres con el objeto de equilibrar el formato del alisado final, mientras se aplicaban a la correcta ubicación de las pincitas para que no dejaran marcas delatoras, mientras averiguaban las condiciones de humedad ambiente que podían arruinar tanto trabajo, mientras se privaban de una zambullida en pleno verano, mientras elevaban sus plegarias para que a la noche no lloviera, yo era libre.
Pero llegó ella y, desde la distancia y la ignorancia, me arruinó la vida. Ella, con su pelo rubio con volumen y cuerpo. Ella, con ese look despreocupado e informal que escondía horas de ruleros y brushing –una palabra nueva para un procedimiento nuevo– pero que daba impresión de recién despeinado.
Llegó ella y aunque era fascinante ver su sonrisa enmarcada por la cabellera al viento derrotando delincuentes junto a sus dos compañeras, terminó con mi tranquilidad y con mi lacia soberbia.
Porque mi pelo lacio-cortina no se inmutaba con ninguna maniobra que intentara ondularlo. Porque mi pelo lacio-cortina era ese lacio natural, tan irredimible y planchado que parecía una burla a la humedad. Mi pelo jamás se avendría al movimiento, el marcado de mi flequillo jamás duraría más de veinte minutos, mi cabeza no alcanzaría el volumen requerido.
Entonces, por más esfuerzos que hubiese hecho en pos de conseguir ese efecto capilar, yo volvería irremediablemente a ser yo, cual princesa que a las doce de la noche retorna a su condición de Cenicienta.
Sin embargo, era imposible no volver a verla. Era imposible no esperar su aparición en escena. Era imposible no sucumbir a su chispeante "Good morning, Charlie!". Era imposible no insistir, cada fin de semana y aun sabiéndome vencida de antemano, en lograr el peinado de Farrah Fawcett.

21.3.09

Eventolandia – El día después

Ayer se llevó a cabo la –espero– primera edición de MundoBloggers.
Fue una maratónica seguidilla de interesantes conferencias. Mucho encuentro con personas conocidas, muchos expositores –tal vez demasiados– y, como siempre, muchas ganas de pasar de la virtualidad a la realidad.
No voy a comentar especificidades porque seguramente se reproducirán tanto en el blog del evento como en cada uno de los espacios de los participantes y expositores.
Sí voy a hacer una reseña sintética de lo que a mí me dejó MundoBloggers.

Pensamientos laterales
• A esta altura del campeonato, me dio la sensación de que el límite entre lo real y lo virtual se hace cada vez más difuso. Hay permanentes intrusiones de un plano en el otro y cualquiera que pertenezca a redes sociales y profesionales, tenga un usuario de Twitter y sea autor de un blog está expuesto a este fenómeno en el cual lo público y lo privado se entrecruzan.
• Si de blogs se trata, creo que la tan vituperada categoría "blog personal" debería recibir un justo y merecido homenaje de desagravio. Desde donde yo lo veo, se hable de tecnología, entrepreneurship, actualidad o recetas de la nonna, el blog debe tener una identidad, emitir un mensaje personal con una voz personal, auténtica y singular. Por supuesto, es difícil aceptar que compartimos categoría con la tía que vive lejos y sube fotos de sus hijos para que el mundo los vea, con la que vuelca de manera masoquista el relato minucioso y lacrimógeno de sus desgracias amorosas, con el que mastica persistentemente su melancolía hecha poema. El medio invita al tono intimista y a la confidencia. Después de todo, no se trata de conferenciar sino de conversar... Y las conversaciones, como dice la RAE, van desde la charla familiar hasta el trato carnal. Llevado al extremo, hasta un blog corporativo debe entrar en este rango encontrando una voz que sea su propia voz.

Las buenas
• Reencontrar tanta gente conocida.
• Conocer tanta gente conocida.
• Escuchar experiencias interesantes.

Las no tan buenas
• Volver a comprobar que muchas veces quienes estamos en la línea 2.0 hablamos solamente para nosotros mísmos, en un código compartido pero de difícil acceso a los "no iniciados". Sería muy útil allanar la expresión para que llegue a más personas. No es verdad que cualquiera puede tener un blog (creo que ya lo dije). Partir de esa base es un error.
• Volver a comprobar que, con frecuencia, cuando se habla de redes colaborativas, de interacciones, de horizontalidad, se está hablando de un ideal, de una utopía que muchos de nosotros sostenemos pero que nuestros egos obstaculizan notablemente. Porque, seamos sinceros, detrás de la pasión, la constancia y la garra que le ponemos a esta actividad, siempre hay un ego hipertrófico preocupado porque el vecino no haga demasiada sombra o preocupado por superar la sombra del vecino o preocupado porque no se nuble y todas las sombras desaparezcan.
• Como siempre, estas actividades se orientan más que nada a dos o tres temas: tecnología, empresa y fenómenos web de celebridad instantánea. Es una pena que no le hagan lugar a la literatura, las artes visuales, la música y el humor.
• Que en todas las presentaciones PowerPoint, invariablemente, faltaban los signos iniciales de interrogación y exclamación (perdón, pero el español indica que lo correcto es utilizarlos).

En resumen
Fue muy bueno participar. Fue increíble el esfuerzo de los organizadores. Fue divertido, ameno y dinámico.
¡Ah! Y tengo la foto con Cumbio.

18.3.09

Eventolandia

Allá vamos.


11.3.09

Año electoral: "colgo" y "moiro"

A (voz ansiosa): ¿Leíste el texto de X que te mandé?
B: Ajámmm...
A (ansiedad creciente): Bueno, ¿y qué te pareció?
B: Ehmmm...
A (crisis de ansiedad): ¡Dale, decí lo que pensás!
B: Hmmm... ¿La verdad, la verdad?
A (marche nomás el ansiolítico): Sí, claro que la verdad, la verdad. ¿Para qué te creés que te lo mandé? ¡Quiero tu opinión!
B: Ok, ok... Un embole importante... Está bastante cerca de ser un impresentable, es aburrido, bruto y enroscado. Pero tengo una buena y una mala.
A (emergencia psiquiátrica): ...
B: La mala es que se le está quemando el rancho. La buena es que con tanta paja ya le alcanza para reconstruirlo.

28.2.09

Laurita mira la tele – Recargado

Hace unos meses, el canal Sony estableció una curiosa división para sus series. Dos espacios, "Macho que se respeta" y "Mentes peligrosas", en los que se emiten los shows presuntamente "para hombres" y "para mujeres". La acción incluye separadores, gráfica especial, días determinados, tonos para celulares y unos microprogramas casi incalificables donde "machos" y "mentes" razonan y reflexionan (?).
Si la división ya de por sí es ridícula, los microprogramas se inscriben en el territorio de lo lamentable. Burdos, estereotipados y chatos, los actores –además de lidiar con sus escasos recursos– repiten textos insufribles: un varón que se pregunta cómo volver al ruedo después de un largo noviazgo, una mujer que se queja del despliegue culinario de su pareja para preparar un sandwich... Los celos, la división de tareas en el hogar, el desempeño sexual, la muy femenina pregunta "¿en qué estás pensando?", ponen a hombres y mujeres en una invariable situación de objeto para el otro. Gestos obvios como cercenarle la punta a un pepino mientras se habla de infidelidad masculina o clavarse un enorme pote de pochoclo sobre la bragueta al tiempo que se destacan las ventajas de la soledad, son apenas una muestra de los altos índices de estupidez a los que se puede llegar en uno o dos minutos.
¿La perla? Los créditos de "Macho que se respeta" mencionan –sólo– cuatro guionistas (varones, of course), mientras que las líneas de "Mentes peligrosas" le dan trabajo a siete cabezas femeninas. Dejando de lado las conclusiones sexistas acerca de quiénes son más eficientes para la pavada, si algo queda claro es que Sony Latinoamérica no escatima esfuerzos de producción.

18.2.09

Ricura, ricura...

En La guaracha del Macho Camacho (1976, ¡qué año, Teté!), una novela collage de Luis Rafael Sánchez (Puerto Rico – 1936), el lenguaje cotidiano se mezcla con numerosas referencias a la realidad bilingüe de la isla, la influencia de los medios masivos, la música popular y la fuerza de la oralidad.
A lo largo del texto, una línea se repite de manera sistemática: "ricura, ricura, la vida copiando la literatura".
Hoy, cuando parece que nuestros Athos, Porthos y Aramis telúricos esperan un guiño del esquivo y solitario D'Artagnan, no pude menos que recordar esa frase de una obra clave en la literatura caribeña.

Una banana a la derecha, por favor.

12.2.09

El lastimoso

En la República del Paraguay, lugar donde años atrás supe (?) desempeñar algunas de mis tareas, es usual que cuando alguien tiene que disculparse o excusarse utilice, en vez de nuestro rioplatense "lamentablemente", el muy gráfico, colorido y polisémico "lastimosamente". Así, es posible escuchar un "lastimosamente, el señor xx ya se ha retirado de la oficina" o "lastimosamente, no podré asistir a la cena" o aún "lastimosamente, el vuelo a Buenos Aires fue cancelado".
Hecha esta breve introducción, vuelvo al punto que da origen a la entrada.
El lastimoso es un hombre paradojal. Ha tolerado con estoica entereza el abandono de su mujer, la incomprensión del mundo, el olvido de los hijos, los vaivenes económicos y los inconvenientes de salud. Aún así, en vez de pensar y sentir que una manada de mamuts lo orina alegremente desde el cielo –frenético extremo del "meado por los perros"–, piensa y siente que debería haber nacido en una época pasada porque no está hecho para la salvaje agresividad de nuestros días.
No hay en él el más mínimo atisbo del amor propio –por llamarlo de alguna manera– típicamente masculino. Vive solo. Realiza todos los quehaceres domésticos sin sentir que eso afecta su hombría: limpia, lava, plancha, cocina y hasta cose –en algunos ámbitos se lo conoce como "el rey del parche"– cual damisela en edad de merecer. Es ordenado, pulcro y austero. Físicamente bien conservado. En la cama zafa a fuerza de experiencia o de una que otra pastillita azul, y no hay noche apasionada que le impida correr las cortinas y revisar la llave del gas antes de entregarse a las horas de sueño reparador que cumple con rigurosa contrición.
Al contrario que la mayoría de los hombres, frente a situaciones como la crisis económica y financiera, no piensa en conseguir un aumento de sueldo sino en cómo arreglarse con menos. Por cierto, aunque podría aspirar a más, aplica una enorme dosis de energía para mantenerse donde está recortando gastos, resignando lo que a cualquier mortal le parecería bienestar y para él es superfluo, y ajustando lo que viene ajustando desde hace tiempo. Todo esto no hace más que hablar del enorme placer que le causa la inmovilidad.
Si tuviese un escudo de armas en él se vería la máxima: "No derrocharás, no ensuciarás". Y yo agregaría "no progresarás".
El lastimoso, además, no sueña, no desea y no proyecta. ¿Para qué hacerlo? Un sueño lo pondría en el terreno del deseo y éste, a su vez, en el del proyecto. Todas ellas –sueño, deseo y proyecto– instancias reservadas para la voracidad que otorga la testosterona que a él parece faltarle.
No importa la edad que tenga, a pesar de su aspecto físico, este hombre siempre parece estar recorriendo el tramo final de su vida, mirando el futuro por el espejo retrovisor. Cuenta historias viejas de tiempos gloriosos, canta canciones viejas de su loca juventud, se ríe de chistes viejos que siguen pareciéndole graciosos y está rodeado de recuerdos que hacen brillar sus ojos.
En lo más profundo de su ser siente un enorme terror a la vejez y alberga la creencia de que mantenerse en ese estado conjura los efectos del paso del tiempo; entonces, termina pareciendo un hippie preservado por quién sabe qué curioso mecanismo de congelamiento y traído a un presente que no entiende y se resiste a habitar.
Sin embargo, aún con esta colección de atributos de perfecto loser, el lastimoso es un winner importante. He aquí la paradoja digna de mal jugador de tute cabrero: gana a más cuando había decidido ir a menos.
Nunca falta a su lado una mujer de treinta sensibilizada por su alta performance doméstica, una jovencita seducida por su aspecto informal y juvenil –que en realidad no es informal ni juvenil sino anacrónico–, una cuarentona maltratada por otras relaciones que cree haber encontrado en este hombre tranquilo y apacible la cura para viejas heridas. ¡Sí, encima es multitarget!
Lo cierto es que, para decirlo crudamente, inspira lástima. Y las mujeres solemos confundir lástima con ternura.
Pero, claro, el encanto dura poco. Bastará conocer su casa y asomarse a sus rígidas rutinas dignas de Esparta para advertir que hay poco espacio para enternecer y mucho para decepcionar; que las flores robadas no fueron un gesto romántico y que la comida fue casera para ahorrarse el restaurant.
Entonces habrá llegado el momento de huir en busca de horizontes más propicios y dejar a este ganador malgré soi atesorando un nuevo, reluciente y dulce recuerdo que, además de aumentar su colección y brillar junto al compendio de sus desgracias, le confirma que el éxito es una vana ilusión y que la fama es puro cuento.

6.2.09

Preguntas y respuestas

Ayer me llegó por mail uno de esos cuestionarios (suspiro) supuestamente destinado a saber más de los amigos (otro suspiro). El juego de marras consiste en responder un amontonamiento de preguntas en las que se mezcla lo constante (nombre, tamaño del pie o características de personalidad) con lo variable (con quién hablaste por teléfono o qué ropa tenés puesta en este momento); lo relevante (ok, ok... hay poco o nada relevante) con aquello que denota la más estúpida superficialidad. Para colmo de males, la insistencia en horadar el vacío requiere de cuarenta (40) agudísimas preguntas.
Como la cuestión es divertirse (y el texto introductorio deja bien claro que el que no contesta es un amargo), decidí copiar el interrogatorio aquí, responderlo y comentarlo. Veremos qué sale. Por suerte, mis amigos me quieren mucho.

1. Nombre completo

Laura Aurora Cambra
Lo tengo asumido.

2. ¿Por qué te pusieron ese nombre?
Laura porque les gustaba, Aurora por la hermana de mi mamá.
Y ni esmerándose podrían haber encontrado una combinación más cacofónica. Con el tiempo descubrí que mis nombres remiten a la línea de Barrio de tango (Manzi-Troilo) que dice "un ladrido de perros a la luna".


3. ¿Le pides deseos a las estrellas?

No.
Por cierto, no pido deseos. Soy un ser deseante (Lacan, no offense). En todo caso, pido que los deseos que ya tengo se cumplan.

4. ¿La última vez que lloraste ?
Hace dos meses, creo.
No tengo un calendario del llanto o la efemérides de la lágrima.

5. ¿Pan con que?
Me da lo mismo.
¿Era necesaria esta pregunta? Sólo puede demostrar la escasa variedad de criterios de la especie humana y su notable obviedad. De las respuestas que recibí, el 90% se dividía entre manteca y dulce; hubo varios "me da lo mismo", que vendrían a ser los NS/NC y, por supuesto, siempre hay alguien que vota al partido vecinal y dice "fiambre".

6. ¿Te gustan los animales?
No especialmente.
Siempre cae más simpático decir que los animalitos son preciosos, tiernos, adorables. Pues, prefiero sonar antipática y hacerle honor a mi olfato quisquilloso que prefiere tenerlos lejos.


7. ¿Cuántos hermanos tenés?

Dos.
Otra pregunta para el bipartidismo, muy cercana a la del pan. Obviamente, las palmas se las llevan el uno –familia tipo, ¿vio?– y el dos. Lo que me pone en el territorio de la masa.

8. ¿Colaborás con alguna ONG?
No.
Esta pregunta es para la culpa. Tanto es así que leí varios "no pero estoy pensando en hacerlo" o "no pero lo haré en breve".

9. ¿Si fueras otra persona serías tu amigo?
Sí.
Suena mucho a Groucho Marx y su "jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio". Agregaría algo: ¿qué pasaría si yo fuera otra persona y quisiera ser mi amiga y yo no quisiera hacerme amiga de esa persona que es otra que yo?

10. ¿Tenés un diario de vida?

Muchos, sueltos, de a ratos o en retazos, reflejados en cada cosa que escribo.
Esta pregunta no debería contestarla porque quedo descalificada como los que trabajan en marketing quedan afuera de cualquier sondeo de opinión.

11. ¿Sos sarcástico?
Soy –a veces– irónica.
Acá hice trampa. A veces, además de irónica, también puedo ser sarcástica. Y no veo qué tiene de particular ninguna de las dos cosas. La ironía y el sarcasmo son recursos lingüísticos, no características de personalidad. Hablan del dominio del lenguaje y no de un rasgo de conducta.

12. ¿Harías bungee-jumping?
Naaaaaaaa.
No way.

13. ¿Cuál es tu cereal preferido?
No tengo.
Promediando el cuestionario, hemos tocado el punto máximo de la estupidez y de la irrelevancia. ¿Who cares? ¿Cereal preferido? ¿Esto es una encuesta para Zucaritas?

14. ¿Te desabrochás los zapatos antes de sacarlos?
¿Se desabrochan los zapatos antes de sacárselos?
¿Uh?... ¿Oh? Si la intención era medir el grado de impulsividad, estamos fregados porque yo no me los desabrocho de obsesiva nomás... para empezar, tendría que volver a abrocharlos y para seguir, si quedan abrochados reduzco la posibilidad de error en el perfecto ajuste al volver a usarlos.

15. ¿Creés que sos fuerte?
Me he demostrado que soy fuerte en más de una ocasión pero no creo que eso me haga una persona fuerte.
Teoría del absoluto relativo: cualquier característica positiva llevada al extremo de la univocidad se torna completamente relativa.

16. ¿Tu helado preferido?
Cualquiera de fruta (no me gusta mucho el helado).
Who cares? Creo que Facebook –feisbuk para los amigos– ha pervertido a la humanidad digital invitándola a formar parte de grupos tan bizarros como "los amantes del helado de pistacho".

17. ¿Cuánto calzás?
Cuarenta.
Sí, mis pies son un 8% más grandes que el promedio. En mi adolescencia, esto era información clasificada. Ahora sirve sólo en el caso de que alguien quiera regalarme zapatos.

18. ¿Rojo o rosado?

Rojo.
¿Por qué a mí?

19. ¿Qué es lo que menos te gusta de vos?
Ser tan frontal.
Esta fue una respuesta de compromiso. Podría haber dicho mis pies –tengo cuarenta razones para nombrarlos– o mis ojos o mis brazos o mi ombligo. La realidad es que ser frontal me ha traído más de un problema y más de una satisfacción. Se aplica la teoría del absoluto relativo mencionada en la respuesta 15.

20. ¿A quién extrañás mucho?
A nadie.
No tengo espacio interno para la melancolía. No me sale. No lo siento. Se ve que me falta el chip de la extrañanza.

21. ¿Te gustaría que a todos aquellos que enviaste este cuestionario te respondan?
No me es imprescindible.
Sí, ya sé, es una manera diplomática pero inequívoca de decir que me importa un pepino saber cuánto calzan mis amigos. Pero, de verdad, no me importa. Sí me importa saber que cuando los miro los veo y sé si están tristes o contentos; que cuando nos abrazamos nos estamos conectando; que cuando nos encontramos tenemos algo para compartir.

22. ¿Qué color de pantalones y zapatos tenés puestos?
Ojotas verdes y vestido rojo.
Claro, me agarraron en un "momento Fiona". De haberlo sabido, me habría producido para la ocasión. ¿Y por qué asumir que vestía pantalones? ¿Habrá sido un rasgo machista? En última instancia, la pregunta es un monumento a la estupidez: ¿de qué me sirve saber qué llevaban puesto mis amigos mientras respondían el cuestionario?

23. ¿Lo último que comiste hoy?

Melón.
Otra estupidez atómica, el paroxismo de la estupidez.

24. ¿Qué estás escuchando en este momento?
Mis pensamientos.
Ya escribí sobre el coro de niñas cantoras que tengo en la cabeza. Suelo valorar el silencio exterior porque si les pongo música se lanzan a canturrear.

25. ¿La última persona con quien hablaste por teléfono?

Mi hermana.
Who cares (again)?

26. ¿Trago favorito?
Varios: los que llevan bebidas blancas y el champagne.
Si querían saber si paso el test de alcoholemia, queda claro que no.

27. ¿Deporte favorito para ver por TV?
Fútbol y tenis.
Indudablemente, este cuestionario lo hizo un hombre (y a juzgar por todos los cambios del "tú" al "vos" que tuve que hacer, domina el español neutro.

28. ¿Comidas favoritas?
Muchas, desde la pizza hasta el sushi (muy presidencial lo mío) pasando por una buena pasta.
A ver... se puede alardear y decir magret de pato con foie gras, o bien bajar el perfil a una popular napolitana con fritas (que tiene grupo en feisbuk). No es un secreto que me encanta cocinar y que la comida me produce un enorme placer. Cualquier respuesta que dé en este punto será insuficiente.

29. ¿Final triste o final feliz?
Final.
¿Hay finales felices? Yo tengo la sensación de que lo que suele llamarse "final feliz" no es otra cosa que un comienzo. Los finales siempre son tristes porque algo se termina y hay que dejarlo atrás. Desde chica me atormentaron los "finales felices" porque, ¡caray!, me dejaban con la intriga acerca de lo que sucedía después del "The End".

30. ¿Tenés mascotas?
No.
He tenido, he tenido. He cuidado de mis animalitos –hasta la obsesión, como corresponde– y ahora decidí que no quiero cuidar de nada ni de nadie.

31. ¿Día favorito del año?
Cualquiera, todos tienen su encanto, hasta los más difíciles.
Eludamos la obviedad del cumpleaños, la navidad, el año nuevo y toda esa parafernalia estereotipada y caótica. Cada día es una aventura. Cada día es una oportunidad. Cada día representa un desafío.

32 . ¿Besos o abrazos?
Ambos.
Convengamos, hay besos y besos y hay abrazos y abrazos. Los quiero todos.

33. ¿Sos una persona alegre?

Sí, muy.
Soy más que una persona alegre. Soy una persona feliz.

34. ¿Quién creés que te responderá?
No clue.
Y no importa. No me importa.


35. ¿El que menos creés que lo devuelva?
Idem anterior.
Básicamente, si creo que no me lo va a devolver, no se lo mando. Nos ahorramos el viaje sin retorno.

36. ¿Qué libro estás leyendo?
Tres al mismo tiempo: La casa de Dostoievsky (Jorge Edwards), La trilogía de NY (Paul Auster) y Ulyses (James Joyce).
No es esquizofrenia, son cuestiones de mi trabajo. Leer y releer. Buscar palabras. Encontrar información en el blanco entre una línea y otra. Disfrutar de esa combinatoria sorprendente y única que hace de un texto un libro con carácter y personalidad.


37. ¿Color favorito?
Todos excepto el amarillo.
Una idiotez supina. El amarillo es precioso en los girasoles aunque no me guste para la ropa.

38. ¿Qué viste anoche en la tv?
Estrenos de series... nada memorable.
Ultimamente me dedico a analizar cómo los guionistas de las series tienen una vida útil de tres temporadas luego de las cuales empiezan a derrapar, muerden la banquina, se van al pasto, vuelcan y terminan tapados con diarios. Eso en el mejor de los casos. En el peor, padecen delirios lisérgicos que trasladan inescrupulosamente a los personajes.

39. ¿Rolling Stones o Beatles?
Beatles.
Detengámonos un instante en lo que encierra esta pregunta. No es Oasis o Cold Play ni Aerosmith o Skorpions (por decir obviedades de épocas diversas). Son los Rollings o los Beatles. Una dicotomía que denuncia la pertenencia a una generación. ¡Vergüenza debería darle a semejante grandote andar haciendo cuestionarios como éste!

40. ¿Dónde es lo más lejos que has estado de tu casa ?
Perdida dentro de mí misma.
Esto es rigurosamente cierto. He viajado. He estado geográficamente lejos de mi casa más de una vez. Sin embargo, cuando más lejos estuve fue cuando estuve lejos de mí misma.

26.1.09

Invocación

¡Oh, serena deidad del shampoo y el acondicionador! Dame la sabiduría para elegir el producto indicado, la serenidad para esperar que tus bendiciones se transformen en más brillo, menos resequedad y desaparición completa del frizz; y el equilibrio para que los dos frascos se acaben al mismo tiempo.

20.1.09

El hombre

Con poco más de quince años –hace mucho tiempo– leí el libro de Irving Wallace que le da nombre a esta entrada. Fue durante una de esas maratones de lectura a las que tenía acostumbrados a mis padres y en las que devoraba todo impreso que encontrara a mi paso.
La contratapa decía esto:

¿Puede un negro llegar a ser presidente de los Estados Unidos? ¿Es posible que logre superar las infranqueables barreras –intereses monopólicos, grupos de presión, racismo, indiferencia, inoperancia del sistema electoral americano– que indudablemente encontrará a su paso? E incluso en el caso de que consiga franquear todos estos escollos, ¿podrá llevar adelante su empeño de transformar el país, de convertirlo en una auténtica democracia? [...] Dilman, que está en el gobierno pero no tiene el poder, intenta llevar adelante su programa tratando de superar con decisión los problemas nacionales y las crisis internacionales, enfrentándose a la pasividad de ciertos sectores, a la incomprensión de otros y a la abierta hostilidad de sus adversarios. Combinando hábilmente realidad y ficción, Irving Wallace confirma su talla de excepcional novelista y logra darnos un diagnóstico crítico y contundente sobre uno de los más graves problemas que tiene planteados la nación norteamericana.
Salvando las distancias, por supuesto, –vale aclarar que "el hombre" en El hombre ha asumido la primera magistratura en virtud del deceso del presidente– jamás pensé que llegaría a ver la hipótesis de Wallace hecha realidad y retransmitida masivamente hasta el hartazgo.

7.1.09

Rara avis


Una experiencia extraña y gratificante que merece un agradecimiento mayúsculo a Carly, la autora de esta reseña realizada para la revista EMMIE.


6.1.09

Laurita mira la tele – Episodio II

Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles...

Yo lo detestaba. Lo odiaba con la intensidad extra que sólo provee una envidia feroz y ciega. Con ese ímpetu sin riendas de los siete u ocho años, cuando se puede desear lo peor porque la culpa es apenas un retortijón que nos asalta en el momento previo a dormirnos, un pinchazo tan leve que no produce remordimiento alguno.
Lo odiaba pero no dejaba de mirarlo. Asistir a su aparición en la pantalla era un acontecimiento insoslayable que yo esperaba con ansiedad. Cuando la voz del presentador anunciaba su llegada, yo sentía acelerarse mi respiración. Lo veía entrar en cuadro, seducida por su impecable traje, el pelo prolijamente peinado, la expresión de "chico más bueno de la cuadra", una humildad que de lejos se percibía falsa y la muy conveniente sonrisa dentífrica. Esa corrección inicial –tanta ubicuidad daba náuseas– no era más que el mal disfraz de la altanería y la autosuficiencia que saldrían a la luz minutos después.
Por supuesto, el hipnótico placer de verlo concursar no sólo me atrapó a mí. Miles de personas aguardaban con ansia el día y la hora de su presentación. Era un fenómeno en el más riguroso sentido de la palabra: cosa extraordinaria o sorprendente; persona o animal monstruoso, y –también– persona sobresaliente.
Y yo no lo toleraba.
Teníamos muchas cosas en común. Tal vez demasiadas. Los dos habíamos leído –y comprendido– muy tempranamente la obra de Homero. Nuestra cotidianidad estaba poblada de esos dioses paganos permanentemente agitados por pasiones humanas. Eramos tan memoriosos como capaces de crear escenarios para esos mundos de palabras y dar cuerpos a los héroes de papel. Podíamos ser encantadores frente a un auditorio, sorprendiendo con nuestra rapidez mental y con muestras de ironía muy poco frecuentes en la infancia. Nos sentíamos más cómodos frente a adultos que frente a pares.
Pero nuestras vidas paralelas de niñitos prodigio tenían destinos por completo divergentes: mis padres jamás hubiesen avalado semejante exposición pública, ni permitido que me alejara tanto de las cuestiones relativas a mi edad, ni aceptado exhibirme como una mercadería rara, singular, escasa, selecta. Mucho menos hubiesen considerado hacer dinero con mi precoz intelecto.
Me costó años entender que tras sus respuestas a cámara, soberbias, seguras, indubitables, había como poco una obsesión malsana, muy lejana de cualquier placer infantil y dedicada al regodeo de los adultos circundantes.
Me costó años darme cuenta de que jamás hubiese podido ser él. No así. No de memoria. No con esa intensidad. No bajo esa presión. Y en ese recorrido, también me di cuenta de que no sólo no hubiese podido ser él; no hubiese querido ser él.
Es cierto, yo hice de él mi enemigo y mi contendiente durante mucho tiempo.
Es cierto, yo envidié con ira helénica a Claudio María Domínguez y su millón de pesos ganado en Odol Pregunta.
Por suerte, la intervención divina –olímpica, por supuesto– me sacó de ahí.