7.6.09

Efectos colaterales

Hay un publicitario que hace algunos años fue el más cool de todos los cool en un medio en que si no sos cool no existís. Harto de ganar todos los premios habidos y por haber, decidió probar –sin demasiada suerte– con la ficción televisiva. Como por ahí la cosa no iba, se movió hacia la otra ficción, la ficción política.
Así fue quien ideó el "dicen que soy aburrido" y nos vendió –y nos compramos porque la necesidad tiene cara de hereje– a Fernando, el que iba a ser el "médico de todos los argentinos" y terminó siendo el que se despidió desde el helicóptero.
Luego, en 2003, perpetró el comercial "Carlitos en el Monte de los Olivos", una pieza temeraria (lamento que no figure en youtube), extremaunción del ex presidente y eterno candidato.
Ahora nos ofrece la prístina figura de hijo, padre y marido ejemplar de Francisco que, sumada a las cachetadas –que debe haber medido muy mal porque salió de circulación–, al ruidoso llamado a contar los votos porque los votos cuentan y a las frasecitas que suenan a Coty Nosiglia en "Boluda total", conforman una de las campañas propagandísticas más caras de la historia argentina, sino la más cara.
Viendo el recorrido de este muchacho –ya no tan muchacho– en la arena política local, yo, en el lugar de Francisco, no estaría pensando en celebrar sino calculando cuáles serán los efectos colaterales de su creativa colaboración.

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