Art Fry era tenor en el coro de su iglesia y desesperaba porque los señaladores de papel que marcaban la secuencia del canto en su libro de himnos caían dejándolo en la más absoluta e insoportable imprevisión. Durante la semana, en su trabajo como ejecutivo de una importante empresa, también se enfrentaba a dificultades: con frecuencia le surgía el deseo imperioso de hacer acotaciones en los informes internos pero le resultaba casi intolerable quebrar la prolijidad de las páginas llenándolas de flechas, marcas, ampliaciones, correcciones o bifurcaciones de su agitado pensamiento. Entonces, un día, dando rienda suelta a su furia obsesiva, tuvo LA idea. Papelitos con una banda adhesiva en el dorso comenzaron a poblar los reportes internos. Casi de inmediato, sus compañeros de trabajo clamaron por la producción masiva de lo que, luego de intensos y exhaustivos estudios de mercado, se llamó Post-it.
Esos papelitos de todos los tamaños y colores que se pegan dondequiera sin dejar huella de su existencia una vez que se los retira –gracias a sus microesferas adhesivas–, son uno de los mejores inventos de la humanidad toda y, especialmente, de la humanidad obsesiva.
Siempre están donde estoy yo. Decoran el marco de mi monitor, la puerta de mi heladera, la mesa de luz, el espejo del baño, el sector cercano al teléfono donde siempre se necesita un algo-para-anotar lo que de otra forma se perdería; señalan páginas inolvidables de los libros que leo; alimentan mi pasión desenfrenada por las listas, nóminas y enumeraciones; guardan números telefónicos, recordatorios, horarios y direcciones tan importantes como para tener a la vista o sin la relevancia suficiente como para pasar a la agenda; son reservorio de ideas peregrinas, versos sueltos y fechas de vencimiento de facturas; dibujan secuencias, cuentan historias, se reciclan, rotan, cambian; algunos incluso abandonan el estatuto pasajero para el que fueron creados y pasan a formar parte de los recuerdos queridos.
El persistente deseo de Art Fry de facilitar, organizar y sistematizar su desempeño como cantante y como ejecutivo de 3M, de eludir la distracción y el malestar que le causaba el desorden, dio como resultado los Post-it. Parece entonces claro que un número significativo de ideas brillantes surge de la necesidad de resolver un problema propio y de encontrar respuestas para preguntas recurrentes, pero sobre todo de calmar, acallar y satisfacer una obsesión. O unas cuantas.
6.10.07
Art Fry: ¡Gracias, hermano!
Publicado por Laura Cambra en 9:05
Etiquetas: diario de una obsesiva
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2 comentarios:
adorables, de todo tamaño, colores intensos... Cuando trabajaba los usaba muchísimo pero odiaba cuando se desprendían y los encontraba en el piso opegados en algún lugar que evidentemente no correspondía y eso me hacía estressarme. Por ejemplo, pánico total cuando aparecía uno suelto que decía "Vence traslado de demanda 17/12" y era 17/12!!!
O un hermoso número de teléfono ¡sin nombre! Hay que tener cierto criterio para usarlos correctamente.
A pesar de llevar tanto tiempo con nosotros, pocas veces las he oído llamar post it, al menos por aquí. Uno de las denominaciones más curiosas y bonitas que he escuchado es la de "pegui - notas", y la más usual es "notita amarilla".
A ti, como eres la reina del orden y la clasificación te encantan, a mí como me reciben cada mañana con la letra de mi secretaria contándome todo lo que no he podido hacer mientras que estaba ausente y todas las llamadas que tengo que resolver en cinco minutos, les he tomado cierta antipatía (pero qué culpa tendrán las pobres)
Hay una nueva aplicación informática dentro del "paquete Office" que se llama "one note" que ofrece múltiples posibilidades. No obstante, no se pueden pegar ni en el frigorífico, ni en el espejo del cuarto de baño....
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