Con poco más de quince años –hace mucho tiempo– leí el libro de Irving Wallace que le da nombre a esta entrada. Fue durante una de esas maratones de lectura a las que tenía acostumbrados a mis padres y en las que devoraba todo impreso que encontrara a mi paso.
La contratapa decía esto:
¿Puede un negro llegar a ser presidente de los Estados Unidos? ¿Es posible que logre superar las infranqueables barreras –intereses monopólicos, grupos de presión, racismo, indiferencia, inoperancia del sistema electoral americano– que indudablemente encontrará a su paso? E incluso en el caso de que consiga franquear todos estos escollos, ¿podrá llevar adelante su empeño de transformar el país, de convertirlo en una auténtica democracia? [...] Dilman, que está en el gobierno pero no tiene el poder, intenta llevar adelante su programa tratando de superar con decisión los problemas nacionales y las crisis internacionales, enfrentándose a la pasividad de ciertos sectores, a la incomprensión de otros y a la abierta hostilidad de sus adversarios. Combinando hábilmente realidad y ficción, Irving Wallace confirma su talla de excepcional novelista y logra darnos un diagnóstico crítico y contundente sobre uno de los más graves problemas que tiene planteados la nación norteamericana.
3 comentarios:
A esta novela (que por cierto también leí hace mucho tiempo, y ya no la recordaba) habría que agregar varias películas y alguna serie que coquetearon con este tema.
Honestamente, siempre lo consideré algo dentro del terreno de la ficción, y no creo haber sido el único sorprendido por esta realidad
No sólo es mulato, también parece que ha ilusionado a un país entero (acá, allá, acullá eso en los tiempos que corren es complicado. Pero que quieres que te diga, personalmente prefería a Hillary, me hubiese gustado que hubiera ganado las primarias, me parece una tía muy solvente.
En fin, ya veremos si coge al toro por los cuernos...
Hace poco, alguien hací mención al mismo libro que tú ahora. Estoy intrigadísima.
Bueno, parece que el hombre llegó, y está aquí para quedarse. Pronto vendrá la decepción y en fin... la realidad. ¿O tal vez no?
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