Hice algo inusual: bajé hasta la última entrada de esta página y vi esas cosas que no veo nunca. Los textos que escribí hace menos de una semana (que si me pongo a leer seguro corregiría) y la congregación de etiquetitas que, bajo el título "Top nada", muestran mi profundo interés por las herramientas de medición. Grande fue mi sorpresa al advertir que una de ellas, habitualmente en blanco (lo que implica que no figuro ni a placé), mostraba un número de sólo tres dígitos. De inmediato adjudiqué semejante disparate a un error de los muchachos que, lápiz y papel en mano, hacen los misteriosos rankings. En fin, por las dudas, lo miré varias veces y todavía está ahí, muy orondo el 258.
Lectores queridos, apúrense también ustedes a comprobar la veracidad de mis dichos porque seguro que en cualquier momento los responsables advierten el error y empieza el proceso de caída libre o vuelven a colocarme en la inexistencia, allí de donde nunca debería haber salido.
26.4.08
Y de repente...
Publicado por Laura Cambra en 19:39
Etiquetas: cambalache, las cosas por su nombre, sin anestesia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario