Mujeres de todas las edades no dudan en pronunciar esas tres palabras para luego entrar en una larga argumentación que da cuenta de los motivos por los cuales consideran que el género masculino está en franca desaparición. El anecdotario sobre el que se sostiene la hipótesis de la trágica merma es variopinto pero, realmente, no alcanza para validar la conclusión.
Que están más histéricos cada día es una versión generalizada. Que van tras turgentes jovencitas desprejuiciadas es tema de las que han entrado en lo que suele llamarse, no sin cierta sorna, "mediana edad". Que les agarró el viejazo, de las esposas despechadas. Que no quieren compromiso, de las de treinta y sin pescar. Que sólo las quieren para divertirse, de las que no blanquean que sólo los quieren por la billetera... Y siguen las firmas.
Y claro que no hay hombres. Aunque las estadísticas digan que son apenas un poco menos que las mujeres, no hay hombres. Al menos, no la clase de hombres que ellas quieren.
Es que la mayoría de las mujeres sueñan con hombres que...
... soporten el feminismo más recalcitrante (aunque después los descarten porque "no me abrió la puerta del auto" o "tuve que pagar la mitad de la consumición").
... se banquen las indagatorias acerca de cuánto tienen y cuál es la cuota de alimentos que recibe la ex (aunque después les taladren la cabeza con la intención de que dejen de cumplir con sus obligaciones).
... pidan permiso para dar un beso (para después acusarlos de inseguros o, lo que es peor, poco masculinos).
... no pidan permiso para dar un beso (para después tratarlos de machistas e imprudentes).
... pongan la firma en la libreta roja (aunque ellas, muy orondas, hayan dicho que estaban dispuestas a una relación abierta e incluso a un touch and go).
... se banquen en cada salida el relato de la descarnada competencia por la equidad laboral de una mina que le refriega todo el tiempo que es jefa de veinticinco varones y los tiene zumbando (aunque cuando les toca a ellos contar sus historias terminan teniendo que soportar una diatriba acerca de la igualdad de derechos en el ámbito laboral).
... renuncien a la costumbre típicamente masculina de mirar, aunque sea de reojo, los atributos del ir o el venir de otras mujeres (aunque cuando no miran a nadie sean blanco de sospechas de todo tenor).
... soporten los vaivenes hormonales (aun cuando nunca pero nunca son explicitados y, en cambio, muchas veces utilizados como excusa).
... las satisfagan sexualmente siempre (para que cuando confiesen haber recurrido a las pastillitas mágicas sea sólo para recibir a cambio una mayúscula escena, lágrimas incluidas, porque "no te excito lo suficiente").
... decidan mostrarse como seres normales que no todos los días tienen el mejor día (para que cuando lo hacen reciban a cambio una mayúscula escena, lágrimas incluidas, porque "no te excito lo suficiente").
... encuentren una respuesta satisfactoria para la disyuntiva boxer/slip que ellas imponen (aunque siempre queden en off side).
... tengan la palabra correcta para una mujer que frente al espejo lanza la típica "estoy gorda" (pero que serán condenados a la hoguera si dicen que "y.. sí, te vendría bien bajar unos kilitos" o "no, mi amor, estás preciosa").
... sean buenos padres, tiernos y atentos (pero no de los hijos que tuvieron con la ex).
... acepten transformarse en muñecos inflables (aunque después los dejen por dominados, pollerudos y sí-querida).
¡Y qué suerte que no hay ESOS hombres!
¡Y qué suerte que, para las que los saben ver, hay varones que no se dejan llevar por el inveterado gataflorismo de la mujer moderna!
19.9.07
No hay hombres
Publicado por Laura Cambra en 20:03
Etiquetas: las cosas por su nombre
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2 comentarios:
Hola!!!!!!!!
Que no hay hombres, no lo creo, ellos están, pero creo que tenemos que saber a cual elegimos y jugarnos por él.............Tenemos que aprender a seleccionar, lo que deseamos,todo cuesta en esta vida..........
¡Feliz primavera!!!!!!!!, si queres hacemos un picnic.
Un besote y abrazo de oso.
ole, ole y ole las tías con gracia.
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