Me dijo:
¿Habrá que tomarse la vida en serio?
No le contesté. Entonces siguió:
Es que si me la tomo en serio, es como para deprimirme y no un poquito, ¡mucho!
La miré:
¿Será para tanto?
Se rió un poquito, así como de costado, irónica:
Ayer me di cuenta de que lo más trascendente que me había pasado en la última semana es que compré un escurridor de piso que escurre muy bien.
Me pareció que estábamos entrando en un terreno trágico y ahogué la risa. Ella movió la cabeza:
¿A vos te parece? ¡Un escurridor de piso que ni siquiera salí a buscar! ¡Lo compré por Internet! Y encima lo disfruto porque escurre bien.
Se cruzó de brazos esperando mi respuesta. Al ver que yo no decía nada volvió a preguntar:
¿Habrá que tomarse la vida en serio?
Decidí hablar con una actitud algo censora:
Me parece que te estás poniendo reiterativa. ¿Qué tiene de malo el escurridor?
¡Nada!
¿Qué tiene de malo escurrir bien el piso?
¡Nada!
¿Qué tiene de malo comprar por Internet?
¡Nada!
Ella estaba cada vez más alterada. Y yo continué con mi serie de preguntas:
¿Qué tiene de malo disfrutar?
Nada. No tiene nada de malo.... ¿Ves? ¡Ya lograste deprimirme!
16.4.07
El escurridor
Publicado por Laura Cambra en 20:23
Etiquetas: el reino de la irrelevancia
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