ROMA.– Después de varios años de estudio,
el Papa decretó la abolición oficial del limbo,
una explicación teológica en la cual ya
muy pocos creían y que, pese a su intensa difusión
en el mundo católico, nunca fue un dogma de fe
en la Iglesia a partir de la Edad Media.
Diario La Nación – 22.4.2007el Papa decretó la abolición oficial del limbo,
una explicación teológica en la cual ya
muy pocos creían y que, pese a su intensa difusión
en el mundo católico, nunca fue un dogma de fe
en la Iglesia a partir de la Edad Media.
Ya me era harto difícil pensar en el domicilio que tendría en el más allá y el Papa me cerró una locación. Si bien, en lo que hace a la fe cristiana, no había mucho para elegir y encima estaba todo bien esquematizado: el Paraíso para los que se habían portado bien, el Infierno para los que se habían portado irremediablemente mal, el Purgatorio para los que se habían portado mal pero podían seguir participando y aspirar a un ascenso, y el Limbo donde quedaban las almas puras que no habían recibido el sacramento del bautismo.
Ya sé, ya sé... ésta no es más que una interpretación superficial e irreverente de cierta compleja teoría eclesiástica acerca de la redención después de la muerte.
No quiero ofender a nadie pero al leer la nota en el diario de hoy me quedé pensando que, con mi inveterado escepticismo, mi incorregible hábito de no profesar ninguna fe organizada sino más bien una suerte de patchwork confesional y más allá del reciente decreto papal, he dejado a mis dos hijos a la buena de no sé qué o quién. Mis padres, tan poco practicantes como yo, al menos fueron precavidos y me bautizaron asegurándome, como mínimo, una larga estadía en el Purgatorio (no soy tan mala como para ir al Infierno). ¡He sido, confieso, una madre irresponsable!
No hay comentarios:
Publicar un comentario